Tú también eres creativo
La creatividad es una palabra con muchas connotaciones. Su significado según la R.A.E. es la facultad de crear, sin embargo en la vida real también se asocia a la capacidad de realizar ideas u objetos innovadores. Esta definición de creatividad está relacionada con la originalidad y es la más común en el mundo del diseño o de la publicidad. Sin embargo la creatividad no solo se ha de aplicar a los ámbitos artísticos, sino a todas las situaciones reales.
Quizás por la relación que hay entre la creatividad y el arte, muchas personas creen que la creatividad es una cualidad propia de solo unos pocos. Según esta visión, existen unos elegidos que son los únicos con capacidad creativa, mientas que el resto de la población no tiene las herramientas necesarias para crear. Obviamente esto no es así. Todos somos creativos y aunque es cierto que hay individuos con mayor facilidad para producir novedades e innovación, esto no significa que se deba únicamente a una cualidad innata.
Posiblemente el momento en el que el ser humano es más creativo es en la infancia. Un niño pequeño tiene una mente repleta de fantasía. En las edades tempranas, nada es imposible y siempre hay un sitio para la imaginación. Un niño es capaz de ver un coche en una goma, un puente en un paso de cebra y pensar que hay un monstruo debajo de la cama. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo la sociedad educa a las personas a ser más realistas y a pensar de una manera más automática. De este modo se pierde gran parte de la creatividad infantil.
La socialización hace que se formalicen las relaciones y acotan las reacciones y pensamientos. De esta manera el sujeto se vuelve sociable a cambio de perder parte de su esencia individual. Con el paso del tiempo aquella imaginación primaria pasa a estar latente y el individuo se centra en aspectos con mayor raciocinio. Muchas personas adultas apenas recuerdan su fantasiosa niñez. Esto hace que piensen que no son personas creativas cuando en realidad sí que lo son, únicamente que no potencian dicha área.
La creatividad está latente, dormida y esperando a que se haga el esfuerzo de rescatarla. Obtener ideas originales es como el resto de actividades: se consiguen mejores resultados mientras más se practica. Liberar la mente y dejar fluir las ideas es una de las mejores formas de dar con soluciones diferentes. Mientras más resultados se obtengan, más posibilidades de que uno de ellos sea la solución que se busca. La creatividad permite obtener otras visiones y de este modo realizar cosas diferentes y únicas que dan como resultado una ventaja competitiva.
Para volver a rescatar la creatividad que todos tenemos hay que liberarse de las ataduras que existen. El miedo a hacer el ridículo, a equivocarse o a decir algo disparatado son algunas de las mayores barreras emocionales a la imaginación que existen. A ellas se le unen los obstáculos cognitivos, donde se prima el racionamiento extremo, o los grupales y culturales, donde el grupo imponen una manera de hacer las cosas y una conducta. El miedo de no ser aceptado es una losa muy grande que coarta muchas ideas brillantes.
Por ello la clave está en volver al proceso primario, a la infancia. Volver a recordar aquellos momentos en los que la imaginación era la dueña. Si a esa capacidad de creer en la fantasía se le junta la capacidad analítica propia de un adulto los resultados pueden ser brillantes. Por eso es ilógico pensar que no se es creativo, sino que en realidad lo que se ha de hacer es dejar salir a ese niño interior y a toda la creatividad interior. Porque todos somos personas creativas, con ideas originales y con una capacidad para crear maravillas que ha de ser explotada.
Autor: Alvar Diez Llamazares