Qué hacer cuando la mente se queda en blanco
He de confesar que para la realización del artículo de esta semana no tenía ideas. Mi cabeza pensaba temas pero ninguno era atractivo. Mi mente estaba en blanco, sin ninguna idea atrayente que compartir con los lectores. Pero tras una pausa y un pequeño tentempié he recordado que no soy el único al que le suceden estas cosas. Tener que escribir o realizar algo y que en ese preciso momento la mente deje de funcionar es una situación que nos pasa a todos.
Al ser una realidad global, resulta atractiva y paradójicamente la falta de ideas me dio la idea para poder escribir estas líneas. Sin embargo no siempre tener la mente en blanco ayuda a llevar a cabo la obligación que hay que realizar, por lo que es conveniente conocer cómo se consigue eliminar esta torpeza temporal del cerebro.
Documentándome sobre lo que dicen los distintos especialistas y sumando mi experiencia personal, me gustaría compartir algún truco para conseguir que no nos quedemos con la mente en blanco:
– Lo tengo en la punta de la lengua. Muchas veces estamos hablando, pensando o redactando y no terminamos de dar con la palabra que queremos. En esta situación, lo mejor es buscar palabras sinónimas, pero si únicamente queremos utilizar esa palabra que no nos viene a la cabeza, el truco que mejor funciona es recordar en la mente cómo sonaba. Cada palabra tiene una serie de letras tónicas que se pronuncian más fuertes y que ayudan a realizar combinaciones mentales para lograr que la palabra buscada pase de estar en la punta de la lengua a estar en el mensaje que se desea transmitir.
– El objeto perdido. “¿Dónde dejé la cartera?” o “creí que había puesto aquí las llaves” son frases que todos hemos dicho en alguna ocasión. Hay veces que no sabemos dónde hemos dejado determinado objetos. La mejor manera para volver a encontrarlo es poner a funcionar la mente y tratar de recordar el camino o acciones que hiciste desde la última vez en la que estás seguro de que lo usaste. Es mucho más efectivo si ese camino no se realiza solo mentalmente y se acompaña físicamente de las mismas acciones que se hicieron. El objeto terminará apareciendo.
– No recuerdo la pregunta del control. Hojeas el examen y compruebas que una de las cuestiones la has estudiado y te suena, pero no recuerdas la respuesta. Antes de que el pánico se apodere de ti, respira y trata de acordarte de dónde se situaba físicamente el apartado y qué información había a su alrededor. Usando el contenido asociado como base, se podrá recordar o escribir de forma coherente una respuesta.
– No recuerdo tu nombre. Te presentan a un grupo de personas y al poco tiempo ya no te acuerdas de cómo se llamaban la gran mayoría de ellos ¿cómo solucionarlo? Seguro que pese a no saber el nombre de alguien, sí que te acuerdas de la persona que más te llamo la atención: la más atractiva, simpática…etc. La clave está en recordar un rasgo distintivo y asociarlo al nombre, por ejemplo “Pedro el que tiene perilla”. En este caso, apoyándote en un estereotipo la mente se siente más segura y se acuerda mejor del nombre.
– Consúltalo con la almohada. Bajo este dicho popular se concentra una gran sabiduría. Un momento de respiro y calma ayudará a que el cerebro conecte ideas. Una variable muy recomendada es salir del edificio y dar un paseo por los alrededores.
– Una presentación impresentable. En pleno discurso ante un gran público nos hemos quedado parados y no sabemos cómo continuar. Para salir airoso de este mal trago una ayuda es repetir las últimas palabras a modo de resumen y como base para coger de nuevo carrerilla. Otra forma de conseguir recordar la presentación es hacer una pequeña pausa (aprovechando para beber agua, por ejemplo) y mientras internamente pensar cómo continuar.
Como hemos podido ver, la gran mayoría de los trucos se sustentan sobre tres premisas: recordar algo asociado a lo olvidado, apoyarte en otro tipo de memoria (visual, sonora…etc.) y relajarse. Aplicando dichos principios hay menos posibilidades de quedarse en…vaya, ¿cómo es la expresión?… ¡ah!…en blanco.
Autor: Alvar Diez Llamazares