El difícil panorama del estudiante que termina la universidad
España, con una tasa de paro juvenil del 57,2% según el INE, tiene el triste honor de ser el país con un mayor desempleo entre su población joven en la UE. Es una cifra demoledora que muestra el panorama desalentador para los recién graduados universitarios. Que casi 6 de cada 10 jóvenes no tengan trabajo indica lo poco flexible que es el tejido laboral español.
Es preciso recoger algunas reflexiones sobre este terrible fenómeno:
– El paro español. España siempre ha sido un país que, incluso en sus mejores épocas económicas, presentaba una tasa de paro más alta que sus coetáneos europeos.
– Crisis. La recesión económica ha influido muy significativamente en el crecimiento del desempleo. Muchos jóvenes que vieron un filón al trabajar en la construcción dejaron los estudios en vista de un futuro próspero ligado al ladrillo. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria ha dado como resultado que una parte de la población juvenil no tenga trabajo y además una formación académica incompleta.
– La universidad deja de ser algo exclusivo. Antiguamente poseer un título universitario era sinónimo de empleo fijo y bien pagado. La facilidad de acceso a este tipo de enseñanza ha hecho que tener un título universitario ya no sea significativo, siendo necesario tener algo más para llamar la atención a un posible empleador.
– Carreras poco enfocadas al trabajo. Poseer una licenciatura no garantiza tener los conocimientos necesarios para poder desarrollar el trabajo de forma correcta. Muchos de los conocimientos que se dan en la universidad son teóricos, repetitivos y enseñados por profesores poco conocedores de la realidad actual.
– Difícil dejar de ser becario. El puesto de becario ha dejado de ser el de una estancia de aprendizaje y preparación para el futuro trabajo, para pasar a ser un filón para las empresas para poder usar mano de obra barata. El gran número de recién licenciados ávidos de conseguir experiencia hace posible que las empresas puedan solicitar puestos de becario con una remuneración baja (o nula en algunos casos) a los que enseñar trabajos repetitivos, que dan poco valor añadido pero que son necesarios para el funcionamiento de la empresa.
Queda fuera el mito de que un becario sirve para llevar los cafés, pues actualmente un becario sirve para realizar las labores de un junior cobrando mucho menos. Una vez pasado un periodo, la empresa busca un nuevo becario y el proceso se repite. De este modo muchas organizaciones han ahorrado costes a costa de los jóvenes.
– Mercado laboral saturado. En España despedir a un trabajador es más caro que en otros países europeos. Esto ha producido que las compañías apuesten por quitar de su nómina a aquellos que menos tiempo llevan, pues son más baratos. El resultado es que las empresas están repletas de dinosaurios que no son despedidos por su alto coste y que están imposibilitando el crecimiento a las nuevas generaciones.
Como se pueden comprobar, las causas del alto paro juvenil son endémicas del mercado laboral español y no parece que en un periodo de tiempo corto los datos vayan a cambiar significativamente. Hace falta universidades más enfocadas en lo práctico y empresarios valientes que apuesten por la juventud. Mientras, cada vez más jóvenes cerebros emigran en busca de las oportunidades que ni tienen aquí.
Autor: Alvar Diez Llamazares